Imaginemos que vivimos en la montaña y se ha producido una gran nevada. Se desencadena un pequeño alud, y la nieve que se desplaza ladera abajo forma una pequeña bola. Esta bola no encuentra ningún obstáculo en su camino y se va haciendo cada vez más grande. La bola sigue creciendo, hasta que su magnitud es tal, que al desembocar en un valle, arrasa un pequeño pueblo.
La violencia en las aulas, funciona de igual manera. Si un alumno no encuentra ningún freno a su mal comportamiento, llegará a convertirse en una persona caprichosa, carente de empatía y agresiva.
La espiral de la violencia se produce cuando la persona que sufre el acoso, sea de la intensidad que sea, responde al mismo de una manera inadecuada. Los niños pasivos o inhibidos, no harán nada, y sus acosadores aumentarán la intensidad, hasta que esta sea insoportable. Un proceso tipo, sería el siguiente: Un niño sufre burlas. Posteriormente, las burlas las producen varios compañeros. De las burlas pasan a los insultos. De los insultos a darle una colleja en la fila, empujarle o a ponerle la zancadilla. Después le pueden quitar la merienda, dinero, ropa o cualquier utensilio.Si el niño se niega o es reticente a ello, sufrirá una agresión física.
Los niños agresivos, están en el polo opuesto: responderán de una manera violenta, generando una mayor agresividad en el acosador, que empeorará también las cosas.
El niño asertivo, sin embargo, aprenderá a cortar la espiral de la violencia, sin llegar a emplear insultos o agresiones físicas. Solamente aplicará el protocolo de defensa de la integridad física, cuando los intentos pacificadores no hayan surtido efecto y sufra una agresión física.
Supongamos que un niño empieza a sufrir las burlas de un grupo de compañeros, espoleados por su líder. El niño tiene un problema de visión que le crea un complejo. Le suelen decir:"cuatro ojos", "vizco", etc. (recordemos que los niños pueden llegar a ser muy crueles). El niño les responde con un insulto: "subnormal", por ejemplo. El acosador aumenta la intensidad y le dice "gilipollas", y el acosado le responde, acordándose de su madre. El acosador no encuentra palabras más gruesas, y pasa a la agresión física. Supongamos ahora que ese niño, responde a la burla inicial, sin agresividad, sin insultos, con seguridad, y le responde que cuatro ojos ven mejor que dos. De esta manera, no se alimenta la espiral de la violencia. Si el acosador, al verse cortado, se burla o le insulta de nuevo, el acosado vuelve a responder. Se puede dar el caso de que el acosador, entonces, no vuelva a molestar al niño, porque ha pecibido seguridad, asertividad y aplomo en su respuesta. También se puede dar el caso de que el acosador, al verse vencido en el uso del lenguaje, intente agredir al acosado, pero en ese momento, pondrá en marcha el protocolo de defensa de la integridad física.
Es importante resaltar, que la denuncia de la agresión a un adulto (profesor y/o padres), es siempre un paso esencial a seguir en el protocolo. Y que la "mayoría silenciosa", aquella que asiste al acoso sin hacer nada, debe ser consciente del problema, y denunciarlo, aunque el agredido no lo haga. Pero recordemos que la mayoría de las situaciones de acoso se producen en ausencia de un adulto, y es el niño el que en primera instancia, tiene que enfrentarse al problema, y para ello tiene que tener los recursos necesarios.